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Gastó medio millón de pesos con una tarjeta de crédito robada: fue detenido


Gastó medio millón de pesos con una tarjeta de crédito robada: fue detenido. Cerca de las 16 los efectivos se abocaron a investigar en base a una denuncia realizada por una mujer de la Ciudad de Resistencia, quien manifestó que días anteriores controló el resumen de cuenta de su tarjeta de crédito Visa Banco del Chaco extraviada y notó compras que la misma no había realizado por una suma de medio millón de pesos, y que no sabría quien tiene su tarjeta.
Ante esto los agentes realizaron averiguaciones en los comercios donde se efectuaron las compras y mediante ello establecieron quién sería el autor del hecho.
Rápidamente los policías se hicieron presente en el lugar de trabajo de esta persona y le solicitaron que exhiba sus pertenencias, allí los policías encontraron la tarjeta de crédito al nombre de la denunciante, tres facturas de compras, y seis documentos de identidad a nombre de distintas personas.
Gastó medio millón de pesos con una tarjeta de crédito robada: fue detenido
Seguidamente los efectivos le solicitaron al hombre de 29 años la llave del vehículo marca Fiat Uno que fue secuestrado por tener colocado cubiertas compradas con la tarjeta luego un familiar del autor entregó voluntariamente un Smart TV de 55 pulgadas RCA, un parlante Noblex; adquiridos en el Mayorista con mismo modus operandi.
Finalmente, el hombre acusado del robo, fue aprehendido en una causa por Supuesta Estafa, conforme lo dispuesto por la Fiscalia Penal en turno y los agentes continúan con la investigación para establecer la procedencia de los Documentos de Identidad secuestrados.
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(Diario Norte)
Policiales
Rosario: una banda secuestró a dos menores para obligarlas a vender droga y prostituirse con narcos y policías
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Una banda narco comenzó a ser allanada en la mañana de este viernes en la zona norte de Rosario. En la investigación de la Fiscalía Federal N° 2, a cargo de Claudio Kishimoto, se pudo establecer que la estructura sería liderada por Lautaro G., un preso de 26 años que está detenido en la cárcel de Coronda. La acusación es aberrante, un nuevo piso en la infamia narco de la ciudad: se cree que la banda secuestró a dos adolescentes de 16 y 17 años en febrero de este año, a quienes obligó a vender droga y a prostituirse con soldaditos y con policías, según denunciaron las propias víctimas.
Por la investigación, en la que interviene también el auxiliar fiscal Franco Benetti y el Juzgado federal N° 4 a cargo de Marcelo Bailaque, al cierre de esta nota se realizan 26 procedimientos a cargo de la Agencia de Investigación Criminal y la Tropa de Operaciones Especiales. Uno de ellos, en el pabellón 4 de la cárcel de Coronda, donde está alojado Lautaro G., el presunto líder.
Los operativos estuvieron dirigidos también hacia el hermano de Lautaro, Bruno G., su madre Gladis Noemí P., su pareja Irina Micaela M., su suegra Valeria Alejandra G. y otros miembros de la presunta banda, entre los que se encuentran vendedores y soldaditos.
El caso comenzó con una denuncia ante la Policía provincial en Coronda, cuando una adolescente de 16 años denunció que un grupo de ladronas le había robado su celular y la había subido a una camioneta, donde además tenían retenida contra su voluntad a su amiga, de 17 años.
La menor, de 17 años, fue rescatada del vehículo en cuestión, donde supuestamente estaban como ocupantes, Gladis P., Irina M. y Andrea Elisa A., una mujer que luego se comprobó que era quien tomaba directivas en la organización.
De acuerdo al relato de las denunciantes, en los búnkeres fueron obligadas a consumir cocaína –para que se mantengan despiertas durante su turno–, a vender estupefacientes y a ser abusadas sexualmente por traficantes que conforman la organización o por policías que cumplen funciones en una subcomisaría de la zona.


Según se desprende de intervenciones telefónicas de la Agencia de Investigación Criminal que forman parte del expediente, en el búnker de la Zona Cero se vende al por mayor con “bidones” como unidad de medida. Esto significa que quienes venden la droga reciben envases que contienen generalmente 20 o 22 envoltorios de un gramo cada uno, y cuando se agotan las unidades deben avisar para que un miembro de la banda vaya a llevar otro “bidón” y retirar la plata recaudada.
El punto de venta de droga tiene varios orificios, de acuerdo a las imágenes tomadas en tareas de vigilancia. Algunos que son visibles en las persianas son consecuencia de ataques a tiros que recibieron en el marco de pujas territoriales con otras bandas. Y otro, apenas más grande que la marca de una bala, es por el que se ejecuta el “pasamanos” para la operación de menudeo.
El 9 de febrero pasado, en una de las balaceras contra el kiosco de droga de la calle Beatriz Vallejos al 3300, una de las mujeres que integra la organización fue herida de arma de fuego, según se desprende de las actuaciones policiales.
Otro de los búnkeres de la organización se encuentra en Polledo al 3500 –alterna con otro situado en Polledo al 3800, sobre las vías–, donde se hallaron letreros escritos con tiza que indican que allí supuestamente funciona un almacén.
En una conversación telefónica entre Lautaro G. y Andrea A. que es parte de la causa sobresale una situación llamativa para los investigadores policiales: en primer lugar, los “empleados” son obligados a trabajar gratis para después empezar a ganar dinero. Lo que se conoce como un “derecho de piso”.
De acuerdo a las intervenciones a los celulares de las personas investigadas, la actividad de comercialización de estupefacientes suele basarse en los movimientos de Gendarmería para esquivar los controles. A modo de ejemplo, el martes 9 de mayo a las 23.12, Andrea A. le dio aviso al presunto jefe: “Ya estoy en el punto y las pibas recién arrancan, ¿sabés? Porque recién se fueron todos, los gendarmes, todo eso”
A pesar de ser una organización de tamaño pequeño, el flujo de dinero y droga es relevante. El fin de semana del 5, 6 y 7 de mayo recaudaron 565 mil pesos, y solo el viernes 12 de mayo obtuvieron 490 mil. De acuerdo a distintas charlas telefónicas, a quien le rinden la plata es a Bruno G., el hermano del preso, que suele desplazarse en un Audi C5 blanco.
La víctima de 17 años contó ante el Personal Nacional de Rescate que publicó en un grupo de Facebook dedicado a la compra y venta de artículos de Rosario, Gálvez y Coronda que buscaba trabajo para pedir la tenencia de su hija. Una mujer se comunicó con ella, le ofreció empleo y le dijo que fuera a la terminal de ómnibus de Rosario, donde fue recogida y llevada hasta el Pasaje 1.368 al 3300, donde funciona uno de los búnkeres.
Dentro del quiosco de droga, uno de los integrantes de la banda hizo una videollamada para que conociera a su nuevo “patrón”, que era Lautaro, quien les comentó: “Van a trabajar para mí, si no les voy a pegar un tiro en las piernas. Vivas no van a salir”.
Por su parte, la adolescente de 16 años relató que el pasado 17 de febrero la pasaron a buscar dos de sus amigas para ir a bailar a Rosario. No obstante, cuando bajaron del colectivo, fueron en taxi hasta el búnker de la Zona Cero. Al llegar, en la puerta estaban asistiendo a una integrante de la organización que había sido atacada a tiros. Afirmó que desde ese momento fue obligada a vender droga.
Una de las denunciantes comentó que entre las dos se rotaban para hacer los turnos y agregó que policías iban una vez a la semana a buscar la coima, generalmente un monto estimado en 50 mil pesos.
Las víctimas añadieron que cobraban mil pesos en concepto de comisión por cada bidón (recordemos, contenían entre 20 y 22 bochitas de cocaína) que lograban expender. Y que “los policías corruptos” de la subcomisaría 2ª “exigían sostener contactos sexuales a cambio de no llevarlas detenidas”, según la investigación en curso.
Las menores tuvieron una frustrada declaración en Cámara Gesell. “Es un fracaso rotundo de todos los estamentos del Estado (nacional, provincial y municipal) el destrato, revictimización y falta de contención que se les ha dado a las menores, lo que inevitablemente derivó en que se frustre una medida tan importante como es una Cámara Gesell”, indica parte del escrito de la causa.
Los fiscales sostuvieron que el 26 de abril pasado habían solicitado un pedido de Cámara Gesell y protección a las dos adolescentes, de las cuales una había denunciado que estaba bajo amenazas. La respuesta del juzgado de turno fue darle intervención el 28 de abril a la Defensoría del Niño, quien contestó recién el 1º de mayo. Fue el 5 de mayo que desde el Ministerio Público Fiscal se volvió a repetir el pedido y recién el 10 de mayo se le hizo lugar a la petición, pero solo para la Cámara Gesell y no para la protección.
La adolescente de 16 años, en Cámara Gesell, reiteró el 16 de mayo pasado estar bajo amenaza, por lo que se presentó un escrito al día siguiente para que se le dé intervención al Programa Nacional de Protección a Testigos e Imputados. Si bien la respuesta fue favorable, desde el Ministerio Público Fiscal no pudieron acreditar que “efectivamente esté protegida por el Estado”.
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(Vía Infobae)
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Iba con dos niños y quiso asaltar a un taxista en Córdoba: la actitud del chofer que permitió el arresto
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“Cuando me di cuenta, la adrenalina me empezó a subir”, aseguró el taxista que el pasado fin de semana evitó convertirse en una nueva víctima de inseguridad en Córdoba. Se trata de Gustavo, de 55 años, quien en la madrugada del domingo frenó en un control policial al sospechar que sus pasajeros –algunos de ellos menores de edad– querían asaltarlo. No falló: tenían dos armas.
El episodio comenzó en la esquina de Mariano Fragueiro y Luis de Góngora, de Alta Córdoba. Una zona cercana a donde funciona una de las terminales de Rapitaxi de la ciudad. Fue allí donde cuatro chicos le hicieron señas al chofer para subirse a su vehículo.
Eran dos niños y dos jóvenes, quienes le pidieron que los trasladara hacia el barrio San Vicente. No obstante, aunque parecía un viaje como cualquier otro, apenas unas cuadras más adelante el conductor comenzó a notar movimientos extraños que lo hicieron sospechar.
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“En avenida Patria observo por el espejo que el de atrás me estudiaba demasiado”, recordó el taxista que contó lo sucedido en diálogo con el programa Arriba Córdoba, de El DoceTV. En ese instante, Gustavo presintió que algo no iba a salir bien. “Me empezó a subir la adrenalina”, admitió quien procuró mantener la calma y seguir conduciendo.
Sabía que más adelante, en el puente Yapeyú, había un control policial que se monta todos los fines de semana en el mismo lugar. Confiado en que los agentes podían ayudarlo, manejó en esa dirección con el fin de que lo frenaran.
El operativo se realizaba en la calle Remedios de Escalada al 413, donde el taxista visualizó a un policía y le hizo señas para que este entendiera la urgencia de su situación. En consecuencia, detuvieron al vehículo y se dio inicio a una intervención que quedó registrada por las cámaras ubicadas en el lugar.
Los agentes hicieron descender a los cuatro pasajeros y procedieron a revisarlos. En las imágenes se ve que dos de ellos eran niños, por lo que los sentaron en el cordón de la vereda, mientras que los otros fueron ubicados sobre la parte trasera del auto para ser revisados.
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Según indicaron fuentes policiales a Infobae, al momento de verificar sus pertenencias descubrieron que los mayores estaban armados: llevaban consigo un revólver calibre .38 y otro calibre .22. En consecuencia, personal policial detuvo a uno de los jóvenes, mientras que los otros lograron huir.
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Si bien en primera instancia trascendió que el arrestado tendría 14 años, desde la investigación -a cargo de la fiscal Lourdes Quagliatti– confirmaron a este medio que el detenido es mayor de edad y cuenta con antecedentes penales.
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“La fiscalía logró ubicar al taxista, quien no había formulado la denuncia en su momento. Además, se están analizando cámaras de seguridad y otros elementos”, indicaron al respecto de la causa.
El sospechoso quedó a disposición de la Justicia, al igual que las armas incautadas.
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(Vía Infobae)
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La declaración completa de L-Gante ante la Justicia: “Yo solo quería hablar de macho a macho”
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La audiencia indagatoria de Elián “L-Gante” Valenzuela duró alrededor de dos horas. El cantante, que está acusado de los delitos de privación ilegítima de la libertad, amenazas agravadas por el uso de arma de fuego y tenencia de estupefacientes, aceptó hablar en la sede de la fiscalía N° 9 de General Rodríguez, pero se negó a responder preguntas del fiscal Raúl Villalba. Tampoco quiso firmar el acta. Su decisión fue, simplemente, contar su versión de los hechos de lo ocurrido la noche del 27 de mayo y defenderse de las acusaciones. “Yo solo quería hablar de macho a macho”, lanzó.
Infobae accedió a su declaración completa. El músico recordó que en la madrugada de aquel día realizó un espectáculo en un boliche porteño. En el mismo momento, sus mejores amigos, a quien él llama “La Mafilia”, disfrutaba de la noche en la discoteca Río de General Rodríguez, de donde es oriundo el trapero y su círculo íntimo.
Ese grupo tuvo un altercado en la puerta del local nocturno. Sucedió que uno de los amigos de L-Gante se subió a su auto, que estaba estacionado sobre la vereda, y avanzó sin bajar a la calle. A raíz de esto, casi atropella a una vecina de la zona de 53 años. Al ver la situación, G.T., otro vecino, protagonizó una discusión con los amigos del músico.
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Mientras ocurrían los disturbios, el referente de la Cumbia 420 regresaba a General Rodríguez y se comunicaba con “La Mafilia” para “seguir de fiesta en la casa del barrio”. “Cuando yo digo que voy a ir para allá, me entero de que había surgido esta pelea en el boliche. Me comentaron que esta gente, G.T., sus familiares, los funcionarios municipales, R. (la mujer de 53 años) tuvieron una pelea con mis amigos”, relató este jueves ante el fiscal y agregó: “Hicieron un acto de vandalismo hacia un auto de un amigo mío. Esto es lo que me comentaron”.
El detenido contó que sus amigos lo fueron a esperar en la puerta de su vivienda del barrio Bicentenario para interiorizarlo sobre el incidente. Según aseguró, le dijeron que tenían un video en el que “se puede ver a la hija de G.T. gritando: ‘No le tenemos miedo a Elián’”.
Al llegar a General Rodríguez, frenó en un kiosco a comprar cigarrillos. Justo se cruzó con un móvil policial y se le ocurrió preguntar si los policías sabían algo. “Se acercó el patrullero, se bajó un oficial y antes de que yo le dijera algo él me dice: ‘Sí, ya sé, es por el quilombo de tu casa del barrio’. Al decirme eso, arrancamos a la vez, varios patrulleros y yo en el BMW blanco”.
L-Gante señaló que llegaron al mismo tiempo junto a los policías, pero él luego se desvió y justo vio a G.T. acompañado de otras personas. “Frené a la altura de su casa. Ahí se me acercaron sus hijos, su esposa y demás gente que lo acompañaba en el boliche y en la pelea que tuvieron”. Entonces, de acuerdo a su relato, sus vecinos lo increparon: “Se acercaron a la ventana y fue un alboroto de que todos querían hablar a la misma vez, me querían hablar. Yo jamás bajé del auto”.
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“Mi reacción ahí era ignorar a sus hijos, esposa y demás personas, yo solo quería hablar con G.T. de macho a macho, esas fueron mis palabras. A la vez, le preguntaba quién había tirado tiros en mi casa, a lo que respondían que ellos no tienen armas. A todas esas palabras, una encima de la otra, G.T. se sube del lado derecho de la parte trasera del BM”.
L-Gante afirmó que el denunciante se subió por sus medios a su vehículo. “Entonces arranco el auto. Comenzamos a hablar con G.T.. Le preguntaba qué fue lo que pasó, quiénes se pelearon y el por qué. Él me dijo: ‘Vamos a lo de R’. Cuando llegamos, estaba ella y le digo a R. que si podía ascender al auto, así teníamos esta charla y yo lograr comprender cuál era el conflicto que había sucedido mientras no estaba. Que también era lo que G.T. quería lograr, aclarar las cosas”.
El músico subrayó que tanto R. como G.T. se subieron a su auto “por su propia voluntad”. “Luego de partir de la casa de R., paso por mi casa donde estaban todos los patrulleros y mis amigos, hablo con la Policía. Estando G.T. y R. y un pibe que me traje del boliche que me estaba acompañando en el auto, le digo por la ventana y en forma chistosa ‘el que estaba haciendo quilombo es este’, señalando a G.T. que estaba atrás”. Ante ese comentario, aseguró el detenido, todos “se rieron” y después continuaron la marcha.
“Esta vez nos dirigimos al lado céntrico de Rodríguez, tomando el recorrido del paso a nivel de la zona del cementerio de General Rodríguez. A todo esto charlando. Yo notaba a R. muy presionada, porque lo sé y porque ella misma me lo hizo saber, de que estaba a favor de las palabras de G.T., por temor a que G.T. la deje sin trabajo”.
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“A todo esto, charla y discusión entre ellos, llega un momento en el recorrido que tomo Ruta 6 para retomar el recorrido con dirección a Rodríguez nuevamente, pero por del lado de Acceso Oeste”, indicó el músico. “Si mi memoria no falla, bajé de Acceso Oeste en la bajada que esta a la altura de la estación de servicio Puma y la fábrica de La Serenísima, de los camiones. El semáforo estaba sin funcionamiento y en el cruce del semáforo había un control policial, que estaban los conos, el patrullero y un solo personal vi yo en ese operativo, al cual no era la intención frenar ahí”, relató.
El detalle del camino que tomó no es menor: los investigadores del caso, a cargo de la UFI N°9 y la Ayudantía de Delitos Complejos de Moreno – General Rodríguez, dieron entidad a la denuncia presentada contra L-Gante debido a que la declaración de las víctimas coincidía con imágenes de cámaras de seguridad y el análisis de antenas de telefonía celular.


“Seguimos”, continuó. “Pasé por el exterior de la DDI y en todo ese recorrido -ya una vez que habíamos bajado el Acceso Oeste, veníamos charlando lo mas bien- ya nadie estaba nervioso ni nada”, describió.
“Llegamos a la estación de servicio YPF, la cual al lado derecho tiene una agencia de remises de nombre A.C., al ya haber hecho las pases, supuestamente, y haber aclarado todo lo que era una discusión de G.T. y R. y lo que G. T. me decía a mí, yo dije: “Bueno, no me importa, quería saber como había sido todo”, dijo sobre el episodio.
“Me dijeron que no me haga drama”, aseguró y agregó: “Les dije: “Bueno, los bajo acá si no hay problema”. Me dijeron que no, le doy cuatro mil pesos, primero desciende G.T. Yo le doy los cuatro mil pesos a R., y vuelvo a encender el vehículo y me vuelvo a mi casa del country”, afirmó.
Según el músico, creyó que el incidente había finalizado en ese momento. “Entro a mi casa, o sea al barrio privado, y ahí fue que descendí del vehículo y me fui a dormir en mi casa. Serían tipo nueve u ocho de la mañana”, indicó.
Al día siguiente, L-Gante se levantó durante la tarde. “Me despierto y voy al barrio Bicentenario, pasé por la barbería de mi amigo, que es en frente de mi casa, y ahí me habrían llegado los rumores de que todo este conflicto había tomado una exageración (sic) y había sido llevado a la legalidad y problemas judiciales. Con esos rumores me enteré que fueron a denunciar y a decir esto”, mencionó sobre cómo supo de la denuncia.
De acuerdo a su versión, al enterarse “de los rumores”, el creador de la cumbia 420 decidió ir a la casa de su amigo apodado “El Marihuana”, es decir, a la casa de R. “Me encontré con M. y le dije si quería venir a dar unas vueltas conmigo. En el momento que estoy partiendo de la casa de él, R. venía caminando por la esquina hacia su casa”.
“Yo ya iba circulando, no recuerdo si estaba en moto o en auto, creo que iba en moto, si. Freno a saludar a R. y, en ese momento, le digo: “Qué quilombo el de ayer”. Y ella me dice: “Si, G.T. me vino a buscar para ir a hacerte la denuncia y que yo de mi declaración”.
Ante esa revelación, el cantante preguntó: “¿En serio? ¿Y qué declaraste?” “R. me cuenta su declaración, su supuesta declaración, diciéndome que G.T. la había ido a buscar para denunciarme y le dijo qué tenía qué decir: que yo tenía olor a alcohol, que estaba alterado y que tenía un arma”, comentó.
En ese momento, ante el fiscal, L-Gante habló de cómo, según él, el denunciante había cambiado los hechos para perjudicarlo.
“Creo yo que si una persona estaba obligada… Tranquilamente tuvo la oportunidad de decirle algo a los policías, ya que habíamos frenado ahí”, recordó sobre el momento que pasaron por la DDI.
“También R. me dijo que había declarado que yo amenazaba con golpear a G.T., pero que en ningún momento le había dado un golpe o algún contacto. Que eso había sido lo que querían que diga y lo que dijo. Yo no le dije nada a R., aunque por dentro no lo podía creer y volví hacia la barbería, pase la tarde ahí, con mi hija”.
Señaló que M., otro testigo en la causa, también mintió en su declaración por el mismo motivo que R. “Lo que dio a entender M. en su declaración,-lo que me hirió sentimentalmente por mi amistad con él- es que estaba junto a G.T., tratando de resolver el conflicto de quien había hecho los disparos”.
Luego, dio algunas impresiones sobre la pelea entre los dos grupos. Y siguió: ”Llega el momento en el que llegaba yo, por un lado, y por otro lado, los patrulleros de color rojo”. “Si yo me pongo a estudiar como fue todo, G.T. e hijos y demás personas estaban cruzando la plaza dirigiéndose hacia su casa, mientras señalaba a los patrulleros mi casa, que ese fue el momento que yo me detengo en la calle, y logro tener el encuentro con G.T.. Lo demás esta todo explicado previamente”, manifestó sobre el incidente que desembocó en su detención.
L-Gante aclaró que la familia del denunciante “eran de extrema confianza mía y conocidos, convertidos en familia amiga desde el momento que yo llegue al barrio”. Aseguró que la esposa de G.T. es “una de mis seguidoras numero uno, o lo era, participa en videos que están a estrenar, míos”.
Para el músico G.T. era “como un padre” pero que, en los últimos meses, “cada acercamiento que hizo fue para pedirme dinero, para pedirme que lo acompañe en ollas populares, para pedirme que lo acompañe a regalar golosinas, junto al intendente el día de los Reyes Magos y para hacer campaña política junto a él y sus superiores”, afirmó.
L-Gante dijo que “siempre se negó” a esas peticiones, para evitar ser vinculado o relacionado con esos funcionarios municipales o “añadir más problemas a mi legado artístico”.
Por último, el joven de 23 años- que no respondió preguntas de la fiscalía ni facilitó la clave de su celular- negó tener problemas de adicciones, aunque admitió ser “consumidor de marihuana”.
“Me apetece para regular el estrés. Nada más que agregar, fin”, cerró.
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